jueves, 4 de junio de 2015

LO IMPREVISIBLE EN NUESTRAS VIDAS


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La lluvia al viento le dijo:
“Tu arrasarás y yo inundaré”.
Castigaron tanto el lecho del jardín
Que las flores se arrodillaron.
Se doblegaron para protegerse.
Pero no murieron.
Yo sé lo que las flores sintieron.
Robert Frost

Vivimos condicionados, aprendemos de niños que si tenemos una vida correcta y hacemos bien nuestros deberes, vamos a ser buenas personas y nos van a querer mucho, y así empezamos a crecer en esta rueda girando sobre sí misma como ratoncitos corriendo por la misma inercia de la rueda, en este caso la vida que creemos que nos corresponde, y que las cosas le suceden a los otros.
Muchas veces cuando estamos en la calle y la gente nos choca desesperados, no mirando y hasta hablando sola, con los ceños fruncidos, miedosos, desconfiados, defensivos, agresivos y tristes, algunos manifestando, reunidos, actuado en masa y animándose a cosas que solo no harían ni dirían. Los que manejan con sus coches a bocinazos y frenadas, todos desorbitados, se sienten amenazados, ¿Saben dónde van?.... Posiblemente con esa vida que tenemos, no hay tiempo para pensar hacia donde vamos. Será una manera justificada socialmente de ocultar ese sentimiento de vacío.
El hombre existencialmente frustrado no sabe como ocupar ese tiempo. “Solo existe una manera de hacer frente a la vida: tener una tarea que cumplir”. El vacío puede estar oculto tras muchas máscaras, escapismos o pantallas que en realidad son la excusa para ocultarse de sí mismos. La droga, el juego, últimamente en nuestra sociedad aumento notablemente el número de casinos, la gente se aísla en estos lugares, se olvidan de sí mismos, no aceptan la realidad.
La angustia de vacío aumenta y hasta se torna insoportable, se da física y psíquicamente, y en el deseo de tapar no se ven; un ejemplo muy conocido es el del bebedor, que siente: para que dejar de tomar, si cuando lo hace la realidad se le torna insoportable.
Resulta paradójico que la persona cuanto más desconoce la misión en su vida, más descontrolada, agitada y alienada se siente.
La preocupación por el sentido de la existencia es lo que esencializa al hombre. Es la punta del iceberg para llegar a lo humano del ser. Activar la voluntad de sentido, hacerla conciente y presente, después de haberlo descubierto y encontrado por sí mismo.
El hombre necesita paz interior y equilibrio para promover la dirección en la vida y poder responder y así planificar su futuro, eligiendo y siendo.
Sabemos que la vivencia de su vacío interior, agobia y oprime a la persona.
Estamos tan desesperados que no llegamos a ver nuestra verdad, lo que queremos,  lo que somos y lo que podríamos llegar a ser.
El materialismo a ultranza nos lleva a una loca carrera por tener, vaciando el ser. En esta alineación perdemos la posibilidad de elección para el rumbo de nuestras vidas.
La vida es un regalo de Dios y a veces se pierden demasiados años en reconocerlo, en algunos casos hasta la mitad de la vida, aceptándolo cuando pasamos una situación limite como ser una enfermedad dolorosa o la pérdida de un ser querido. Frankl nos habla de la tríada trágica (sufrimiento, culpa y muerte) situaciones que se comportan como barreras marcando un antes y un después.
Pasaron muchos años y aún recuerdo el relato de un padre desgarrado por la muerte de su joven hija, diciendo que hubiera aceptado cualquier condición con tal de tenerla viva y que su único consuelo era haberle dado todo su amor y recordaba su despedida minutos antes de su muerte inesperada. Fue un gran padre que jamás pensó pasar por este golpe inevitable del destino. Perder un hijo es como perder el futuro, es la pérdida de un proyecto y hasta podría animarme a decir el más sublime de un ser humano.
Otro caso que me impactó, años atrás, entrevisté a un hombre, desconfiado y reticente de la Psicología, mantuve una charla distante, yo no pude entender para que vino a mi consulta, me pidió hacer un dibujo, le propuse que dibujara un árbol, cuando me lo entregó vi claramente un quiebre del trazo muy marcado en la parte superior de la copa, signo que me llamo la atención, por lo que le pregunte si había habido alguna situación o hecho en los últimos días, me dijo no, muy decidido y hasta molesto. A la segunda semana volvió a verme pálido, era otra persona – me acordé tanto de usted (me dijo), y me cuenta lo que pasó, su hijo de 20 años había tenido un accidente automovilístico: dos de los compañeros fallecieron en el acto y él había quedado cuadriplégico para el resto de su vida,....” imagine si cambio mi vida que hasta la casa tuve que modificar por mi hijo discapacitado”. Nos seguimos
viendo unas semanas más y a pesar de todo, su vida, la de su hijo y el resto de la familia ahora tenían sentido.
La auto-trascendencia nos permite a través del amor mirar al otro, salir de nosotros mismos para encontrar sentidos y significados en nuestra existencia.  A veces las situaciones más terribles se pueden vivir como oportunidades hacia un nuevo orden.
No nos lamentemos por lo que no dimos, vimos o dijimos. Si le damos un sentido a ese sufrimiento tendremos las posibilidades de crecer como personas, ser más tolerantes, no suponer lo que al otro le pasa ni esperar que adivinen lo que queremos. Parece que cuando nos roza la muerte allí queremos la vida y empezamos a aprender que debemos y queremos ser libres y responsables. Hacemos cosas que no hacíamos, decimos mas lo que sentimos, aceptamos, aprendemos a amar sin la seguridad que nos será devuelto, a partir de situaciones de dolor accedemos a la libertad y desaparecen temores, ya no estamos condicionados, nos fortalecemos haciendo más consistentes nuestros valores.
Hay algunos que tienen suerte y pueden reparar, pero tal vez no tengamos esa posibilidad ¿por qué exponernos?
Tenemos la libertad de elegir, de amar y responsabilidad con nuestras vidas, depende de nosotros mismos que el sufrimiento nos venza o fortalezca.
No perdamos la oportunidad: Elijamos, no temamos, que podemos tener una vida
más sentida.
Lic. Graciela Minteguia     



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